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lunes, 11 de noviembre de 2013

Soy Trabajadora Social y ...


Veo que mi profesión está abocada al fracaso en pro de una Beneficencia que regresa. Este es el sistema que nos viene y ese es el modelo. Caridad y Beneficencia.

Para los que no saben lo que es, se reduce a que a la persona se la tiene lástima y por ello hay que ayudarla de un modo en el que la autonomía y la capacidad de decisión desaparece, pasando a ser totalmente dependiente de quienes tienen el poder, el dinero u otras capacidades. Restando al necesitado de toda dignidad humana.

Nos quieren tontos y pobres, cuánto más mejor. Este es el modelo. En un sistema, en el que se alaba la caridad y se destierran por completo a la autonomía y al fomento del desarrollo personal, profesional y familiar de cada individuo.

Está bien que nos ayudemos entre nosotros; pero por favor, construyamos cañas de pescar y podremos comer peces todos los días. Y esto pasa por exigir a las autoridades públicas y polÍticas que desplieguen sus competencias para proteger a los ciudadanos: generando trabajo, haciendo política económica productiva y salvaguardando y respetando el sistema de bienestar social: sanidad, educación, pensiones, servicios sociales. Es la única manera de ser libres y autónomos.

Si esas autoridades no lo hacen, y lo hacemos entre nosotros (voluntariado, caridad, donaciones…), no estaremos haciendo otra cosa que poner parches a un problema que se alargará en el tiempo; mientras nos roban la dignidad en pro de la caridad. NO CAIGAMOS EN ESE ERROR.

5 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo.

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  2. Por desgracia tienes toda la razón. Arrastramos una losa cultural en lo que al concepto de caridad se refiere, entendiendo la desdicha ajena como un mal inevitable, ante el cual lo único que podemos hacer es intentar aliviar el dolor. Esta actitud perpetúa el problema, acomodándonos en el engaño de que hacemos todo lo posible; mientras, sólo unos pocos intentan construir una sociedad en la que la igualdad de oportunidades sea una meta real, y rara vez cuentan con el apoyo de la organización estatal. Afortunadamente, las buenas ideas no descansan, y antes o después acaba llegando su momento.

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  3. Quizá el primer problema es pensar que "a la gente hay que arreglarla". El poder en su forma más directa reside en la capacidad de designar qué es normal y por ende, qué no; quién está sano, quien está cuerdo y quién tiene derecho a vivir una vida más allá de la pura biología.

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  4. Quizá el primer problema es pensar que "a la gente hay que arreglarla". El poder en su forma más directa reside en la capacidad de designar qué es normal y por ende, qué no; quién está sano, quien está cuerdo y quién tiene derecho a vivir una vida más allá de la pura biología.

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